El origen evolutivo de la cooperación
3 stars
Frans de Waal, en este ensayo titulado originalmente “El bonobo y los ateos. Buscando la ética entre los primates”, reflexiona de forma informal sobre cómo puede ayudarnos a comprender el origen evolutivo de la ética humana –no de una ética determinada, como la ética occidental, griega clásica o árabe, sino de la existencia de la ética como aquello que articula formalmente lo social –, conociendo la etología y la biología del comportamiento de los antropoides. Lo que es lo mismo, una aproximación filogenética a la ética. Buena parte del ensayo gira entorno al tema que ya trato de Waal en su “La edad de la empatía”, es decir, sobre la empatía como motor evolutivo de la ética.
El autor divide la empatía en 3 capas sucesivas y aditivas de complejidad comportamental: I) La primera de todas es la “correspondencia de estados” o contagio emocional y, al menos, está presente en …
Frans de Waal, en este ensayo titulado originalmente “El bonobo y los ateos. Buscando la ética entre los primates”, reflexiona de forma informal sobre cómo puede ayudarnos a comprender el origen evolutivo de la ética humana –no de una ética determinada, como la ética occidental, griega clásica o árabe, sino de la existencia de la ética como aquello que articula formalmente lo social –, conociendo la etología y la biología del comportamiento de los antropoides. Lo que es lo mismo, una aproximación filogenética a la ética. Buena parte del ensayo gira entorno al tema que ya trato de Waal en su “La edad de la empatía”, es decir, sobre la empatía como motor evolutivo de la ética.
El autor divide la empatía en 3 capas sucesivas y aditivas de complejidad comportamental: I) La primera de todas es la “correspondencia de estados” o contagio emocional y, al menos, está presente en todos los mamíferos y en muchas de las aves estudiadas y, como confirman algunos trabajos en cocodrilos, también en reptiles (los cocodrilos siempre han sido una excepción extraña dentro de la herpetología: desafían la fisiología y anatomía general de todo el grupo quizá también porque el grupo reptiles es artificioso, pero este es otro cantar). La “correspondencia de estados” la podríamos definir como empatía automática o pura; sin aditivos: mi compañero se ha puesto nervioso por una situación que yo no conozco, pero también me pongo nerviosos. II) El segundo escalón de complejidad en la empatía lo hallamos en la “consolación” o preocupación por los demás. Esto ha sido demostrado en mucho mamíferos, sobre todo grandes mamíferos: elefantes, cetáceos, hipopótamos, grandes antropoides y macacos, etc. Esta empatía implica la adopción de medidas paliativas de tipo social hacia aquel que está padeciendo el mal: por ejemplo, los chimpancés entran en un frenesí acicalador después de una discusión grupal. Los acicalamientos se centran, sobre todo, en los contrincantes de la pelea. III) La tercera capa es la que requiere mayor complejidad del sistema nervioso central: primero tiene que haber contagio emocional pero, después, tiene que haber un reconocimiento específico de las necesidades del individuo que las tiene. Por ejemplo, un chimpancé macho es capaz de producir ramas para pescar hormigas para una hembra. En principio podríamos pensar que lo hace con una función de apareamiento o de quid pro quo a corto plazo, pero se ha observado que la mayor parte de las veces, cuando la hembra a terminado de pescar hormigas y no le ha dado ninguna en compensación al macho, este simplemente se marcha. Esta es la llamada “asistencia orientada” o “adopción de perspectiva”.
Fuera de esta estimulante versión de la etología social, Frans de Waal parece construir su discurso a golpe de improvisación. La información está desorganizada y, en ocasiones, es repetitiva. Parece más bien una colección de anécdotas primatológicas que un ensayo sobre la biología del comportamiento y la epistemología etológica que, por los temas tratados en el ensayo, parecía el objetivo del autor. El mensaje se transmite, pero no con la fuerza que debería. El cambio de paradigma en la investigación etológica necesita más robustez en sus argumentaciones.