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Londres. Impresiones de un español, como la mayoría de los libros de Camba, es básicamente una recuperación de artículos publicados en prensa, sin añadidos ni correcciones; así sucede desde el primero, Alemania, impresiones de un español (1916) hasta el último, Millones al horno (1958).
Excepto las siete últimas crónicas, que aparecieron en el periódico La Tribuna y datan ya de su segunda y más breve corresponsalía en Londres (entre febrero y mayo de 1913), el resto de textos de esta antología (82 en total) pertenecen a la primera experiencia de Camba en la capital inglesa, donde permaneció durante un año largo y llegó a escribir más de ciento cincuenta artículos publicados en El Mundo entre diciembre de 1910 y enero de 1912. Más que una diferencia en las costumbres, lo que Camba observa en este libro es una total incompatibilidad psicológica entre el carácter español —desordenado e individualista hasta la …
Londres. Impresiones de un español, como la mayoría de los libros de Camba, es básicamente una recuperación de artículos publicados en prensa, sin añadidos ni correcciones; así sucede desde el primero, Alemania, impresiones de un español (1916) hasta el último, Millones al horno (1958).
Excepto las siete últimas crónicas, que aparecieron en el periódico La Tribuna y datan ya de su segunda y más breve corresponsalía en Londres (entre febrero y mayo de 1913), el resto de textos de esta antología (82 en total) pertenecen a la primera experiencia de Camba en la capital inglesa, donde permaneció durante un año largo y llegó a escribir más de ciento cincuenta artículos publicados en El Mundo entre diciembre de 1910 y enero de 1912. Más que una diferencia en las costumbres, lo que Camba observa en este libro es una total incompatibilidad psicológica entre el carácter español —desordenado e individualista hasta la anarquía— y el carácter británico, tan pragmático y utilitarista como clasista y puritano. Con todo, Camba muestra, si no atracción, sí gran interés por entender esa sociedad británica que se encontraba entonces en el cima de su poder y desarrollo (aunque, como expresó González Ruano, «Fuera de comer bien, yo estoy seguro de que a Camba no le interesaba nada»).